El Covid19 ha quebrado a muchas familias en el mundo.
Foto de Archivo Listín Diario.
DUELO. HUÉRFANOS DEL COVID-19
El virus que ha quebrado a muchas familias
Jennifer y Gregory junto a sus padres Rafael Enrique Amarante y Carolina Familia. Estos dos pequeños lloran la muerte de su papá, fallecido el cuatro de este mes.
Por Marta Quéliz
Santo Domingo, RD. Cuatro familias y siete protagonistas dan sentido a esta historia. No se conocen, pero están unidos por el dolor que produce quedar en la orfandad en uno de los momentos más tristes para la humanidad. El Covid-19 es el culpable. A sangre fría ha dado muerte a padres y madres que se fueron al otro mundo sin saber qué será de la vida de sus hijos.
Jerlyn; Jennifer y Gregory Amarante; Emil y Amil Claret, y Charlene y Margitt Marie Canaán han sentido de cerca los embates de un virus al que poco le importan los sentimientos. Aunque tienen distintas realidades y diferentes edades hoy forman parte de los ciudadanos a los que esta enfermedad les llevó una gran parte de su vida. LISTÍN DIARIO les cuenta su historia.
¿Dónde está mi papi? La pregunta de Jerlyn
“Ella lo busca detrás de la puerta, desde que oye el vehículo se para en la ventana y cuando la acuesto para dormir, me pregunta: ‘¿dónde está mi papi?’. Esto es difícil. Nunca me había pasado algo así. No me ha dado tiempo a pensar que enviudé, solo he tenido cabeza para pensar en que mi hija es huérfana. El Covid-19 nos destrozó la vida”. Entre lágrimas relata Karla lo que está pasando después que su esposo Juan Francisco se convirtió en una de las víctimas mortales del coronavirus.
Le satisface saber que a la única hija de ambos no le faltará nada porque gracias a Dios, tienen una economía holgada. En cambio: “A ella le falta lo más grande en su vida. Ese hombre lo era todo para ella, jugaban, se reían, se dormían, paseaban… A mí ni caso me hacía ella. Todo era su papi, parecía que los dos tenían tres años, él se ponía de la edad de ella”. Al contar esta parte enmudeció. Tanto es así que fue necesario volverla a llamar 10 minutos más tarde.
Al tomar el teléfono su voz delató su sentir. No se empeñó en ocultarlo. “Creo que ya no tengo más lágrimas, me niego a criar a mi hija sola, me niego a que mi niña tan pequeña no tenga papá. Ojalá tú no sepas lo que es esto”. En esta ocasión más que llanto mostró rabia y la describió: “Estoy molesta, sí muy molesta, porque no entiendo cómo ese virus está acabando con la humanidad y a estas alturas, con millares de muertos no han encontrado cómo controlar la situación”. Luego de desahogarse guardó silencio.
Pidió excusa por no poder seguir hablando del tema. “Con relación a lo de la foto, prefiero que no la publiques, no quiero que con los años después mi hija se encuentre con eso. Ya con que se sepa que hay niños, que hay bebés que han quedado huérfanos por el Covid-19 es suficiente”, concluye Karla.
Jennifer y Gregory sin papá y sin sustento
Jennifer y Gregory están probando el trago amargo de la orfandad. Con apenas 11 y ocho años, respectivamente, viven un duelo que les está afectando hasta en sus estudios. “Ellos lloran mucho. No pueden creer que ya no volverán a ver a su papá”, dice su madre Carolina Familia, de Jayabo, Las Lilas, en Salcedo.
Están en pleno novenario. Fue el pasado cuatro de mayo que su padre Rafael Enrique Amarante Agramonte falleció a causa del Covid-19. Él está entre las víctimas que mostraron al virus su vulnerabilidad a través de la diabetes y la hipertensión. Era un hombre joven. Tenía 41 años y unas ganas tremendas de ver crecer a sus dos hijos. El virus tronchó sus sueños, al igual que lo hizo con Jennifer y Gregory. Hoy son dos huérfanos que prácticamente viven de la caridad.
“Yo no trabajo y no recibo ayuda del gobierno, estoy viviendo con mis padres que son los que nos están echando la mano. Es fuerte, perder a su papá, al sostén de la familia. Ahora sufrimos por su muerte y por todo lo que estamos pasando”, relata Carolina más angustiada que preocupada.
El virus que ha quebrado a muchas familias
Jennifer y Gregory junto a sus padres Rafael Enrique Amarante y Carolina Familia. Estos dos pequeños lloran la muerte de su papá, fallecido el cuatro de este mes.
Por Marta Quéliz
Santo Domingo, RD. Cuatro familias y siete protagonistas dan sentido a esta historia. No se conocen, pero están unidos por el dolor que produce quedar en la orfandad en uno de los momentos más tristes para la humanidad. El Covid-19 es el culpable. A sangre fría ha dado muerte a padres y madres que se fueron al otro mundo sin saber qué será de la vida de sus hijos.
Jerlyn; Jennifer y Gregory Amarante; Emil y Amil Claret, y Charlene y Margitt Marie Canaán han sentido de cerca los embates de un virus al que poco le importan los sentimientos. Aunque tienen distintas realidades y diferentes edades hoy forman parte de los ciudadanos a los que esta enfermedad les llevó una gran parte de su vida. LISTÍN DIARIO les cuenta su historia.
¿Dónde está mi papi? La pregunta de Jerlyn
“Ella lo busca detrás de la puerta, desde que oye el vehículo se para en la ventana y cuando la acuesto para dormir, me pregunta: ‘¿dónde está mi papi?’. Esto es difícil. Nunca me había pasado algo así. No me ha dado tiempo a pensar que enviudé, solo he tenido cabeza para pensar en que mi hija es huérfana. El Covid-19 nos destrozó la vida”. Entre lágrimas relata Karla lo que está pasando después que su esposo Juan Francisco se convirtió en una de las víctimas mortales del coronavirus.
Le satisface saber que a la única hija de ambos no le faltará nada porque gracias a Dios, tienen una economía holgada. En cambio: “A ella le falta lo más grande en su vida. Ese hombre lo era todo para ella, jugaban, se reían, se dormían, paseaban… A mí ni caso me hacía ella. Todo era su papi, parecía que los dos tenían tres años, él se ponía de la edad de ella”. Al contar esta parte enmudeció. Tanto es así que fue necesario volverla a llamar 10 minutos más tarde.
Al tomar el teléfono su voz delató su sentir. No se empeñó en ocultarlo. “Creo que ya no tengo más lágrimas, me niego a criar a mi hija sola, me niego a que mi niña tan pequeña no tenga papá. Ojalá tú no sepas lo que es esto”. En esta ocasión más que llanto mostró rabia y la describió: “Estoy molesta, sí muy molesta, porque no entiendo cómo ese virus está acabando con la humanidad y a estas alturas, con millares de muertos no han encontrado cómo controlar la situación”. Luego de desahogarse guardó silencio.
Pidió excusa por no poder seguir hablando del tema. “Con relación a lo de la foto, prefiero que no la publiques, no quiero que con los años después mi hija se encuentre con eso. Ya con que se sepa que hay niños, que hay bebés que han quedado huérfanos por el Covid-19 es suficiente”, concluye Karla.
Jennifer y Gregory sin papá y sin sustento
Jennifer y Gregory están probando el trago amargo de la orfandad. Con apenas 11 y ocho años, respectivamente, viven un duelo que les está afectando hasta en sus estudios. “Ellos lloran mucho. No pueden creer que ya no volverán a ver a su papá”, dice su madre Carolina Familia, de Jayabo, Las Lilas, en Salcedo.
Están en pleno novenario. Fue el pasado cuatro de mayo que su padre Rafael Enrique Amarante Agramonte falleció a causa del Covid-19. Él está entre las víctimas que mostraron al virus su vulnerabilidad a través de la diabetes y la hipertensión. Era un hombre joven. Tenía 41 años y unas ganas tremendas de ver crecer a sus dos hijos. El virus tronchó sus sueños, al igual que lo hizo con Jennifer y Gregory. Hoy son dos huérfanos que prácticamente viven de la caridad.
“Yo no trabajo y no recibo ayuda del gobierno, estoy viviendo con mis padres que son los que nos están echando la mano. Es fuerte, perder a su papá, al sostén de la familia. Ahora sufrimos por su muerte y por todo lo que estamos pasando”, relata Carolina más angustiada que preocupada.
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