La creciente violencia de las bandas armadas atenaza al Estado en Haití
Las manifestaciones han ido en aumento en los últimos días, como gesto de repulsa de parte de la sociedad al asesinato sin aclarar del jefe del Colegio de Abogados, Monferrier Dorval, y a los cada vez más frecuentes incidentes violentos en las barriadas marginales de Puerto Príncipe.
EFE
Puerto Príncipe. La creciente violencia de las bandas armadas en Haití ha puesto en evidencia la incapacidad de las autoridades para garantizar la seguridad en el país y ha alimentado una nueva ola de protestas contra el Gobierno de Jovenel Moise.
Las manifestaciones han ido en aumento en los últimos días, como gesto de repulsa de parte de la sociedad al asesinato sin aclarar del jefe del Colegio de Abogados, Monferrier Dorval, y a los cada vez más frecuentes incidentes violentos en las barriadas marginales de Puerto Príncipe.
El último ataque de las bandas, ocurrido el pasado lunes en Bel-Air, todavía sin un balance de muertos o heridos, provocó que decenas de personas huyeran de esa barriada miserable para dormir al raso durante dos días en la plaza Champ de Mars, frente al Palacio Nacional.
TERROR EN BEL-AIR
Una niña llamada Angela que se refugió con su familia en Champ de Mars relató el ataque en un video que se ha viralizado en las redes sociales.
"Vinieron allí y prendieron fuego. No sé si nuestra casa se quemó. Mi madre no tuvo tiempo de salvar nada", decía la niña con lágrimas en los ojos.
Los ataques llevaron a decenas de personas a huir de la zona descalzos y con lo puesto, para refugiarse en Champ de Mars y en sus alrededores.
La Policía Nacional no intervino para detener el ataque, tal y como sucedió en matanzas ocurridas en las barriadas de La Saline, en 2018, y Bel-Air, en noviembre de 2019, y más recientemente en ataques en Pont Rouge y Cité Soleil.
ASESINATOS CONSTANTES
Entre enero y junio se produjeron al menos 159 asesinatos en Haití, según datos de la oficina de la ONU en el país, preoupada en especial por el "nivel de violencia intolerable" que padecen los residentes en barrios marginales controlados por bandas.
La semana pasada fue sangrienta en el área metropolitana de Puerto Príncipe, donde en dos días al menos cuatro personas fueron asesinadas.
El asesinato más impactante, sucedido el 28 de agosto, fue el del jefe del Colegio de Abogados, que recibió unos 15 impactos de bala a las puertas de su casa en el barrio de Pèlerin, cerca de la residencia del presidente Moise, en uno de los sectores considerados más seguros de todo Haití.
Esta semana, el senador Patrice Dumond calificó la muerte de Dorval como "un crimen de Estado".
VÍNCULOS DE AUTORIDADES Y BANDAS
Los vínculos entre las autoridades y las bandas son notorios en Haití, en especial de miembros en activo y retirados de la Policía Nacional.
El expolicía Jimmy Cherizier, alias Barbacue, lidera la organización armada G9, considerada la más poderosa del país, y sobre él pesa una orden de detención desde febrero de 2019 por su presunta participación en las matanzas de La Saline y Bel-Air.
Un reciente informe de las ONG Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos (RNDDH) y Fundación Je Klere (FKJL) va más allá y denuncia que responsables del Gobierno de Moise protegen y actúan en connivencia con bandas armadas, promoviendo asesinatos por razones ideológicas, en zonas de mayoría opositora.
LA REACTIVACIÓN DE LAS PROTESTAS
Desde el asesinato del jefe del Colegio de Abogados, las manifestaciones han ido en aumento, con marchas encabezadas por estudiantes, abogados y militantes de grupos defensores de los derechos humanos, que piden justicia.
Llevando pancartas con lemas antigubernamentales, los manifestantes han denunciado la laxitud de las autoridades y su supuesta relación con las bandas armadas.
La Iglesia Católica también ha reaccionado a la violencia y ha clamado contra los asesinatos y ataques armados en aumento en el país.
El obispo Pierre-André Dumas, durante su homilía del pasado sábado, afirmó que nadie "debe aceptar el hecho de que alguien esté matando con impunidad".
"No debemos aceptar que los vagabundos o bandidos se hayan convertido en autoridades en nuestras zonas. La Iglesia no debe aceptar que se mate a la gente. La Iglesia no puede permanecer en silencio ante tantas abominaciones. Hay demasiadas muertes, demasiada violencia. Hay demasiadas desapariciones, demasiada persecución, demasiado sufrimiento de los inocentes", dijo el obispo.
EFE
Puerto Príncipe. La creciente violencia de las bandas armadas en Haití ha puesto en evidencia la incapacidad de las autoridades para garantizar la seguridad en el país y ha alimentado una nueva ola de protestas contra el Gobierno de Jovenel Moise.
Las manifestaciones han ido en aumento en los últimos días, como gesto de repulsa de parte de la sociedad al asesinato sin aclarar del jefe del Colegio de Abogados, Monferrier Dorval, y a los cada vez más frecuentes incidentes violentos en las barriadas marginales de Puerto Príncipe.
El último ataque de las bandas, ocurrido el pasado lunes en Bel-Air, todavía sin un balance de muertos o heridos, provocó que decenas de personas huyeran de esa barriada miserable para dormir al raso durante dos días en la plaza Champ de Mars, frente al Palacio Nacional.
TERROR EN BEL-AIR
Una niña llamada Angela que se refugió con su familia en Champ de Mars relató el ataque en un video que se ha viralizado en las redes sociales.
"Vinieron allí y prendieron fuego. No sé si nuestra casa se quemó. Mi madre no tuvo tiempo de salvar nada", decía la niña con lágrimas en los ojos.
Los ataques llevaron a decenas de personas a huir de la zona descalzos y con lo puesto, para refugiarse en Champ de Mars y en sus alrededores.
La Policía Nacional no intervino para detener el ataque, tal y como sucedió en matanzas ocurridas en las barriadas de La Saline, en 2018, y Bel-Air, en noviembre de 2019, y más recientemente en ataques en Pont Rouge y Cité Soleil.
ASESINATOS CONSTANTES
Entre enero y junio se produjeron al menos 159 asesinatos en Haití, según datos de la oficina de la ONU en el país, preoupada en especial por el "nivel de violencia intolerable" que padecen los residentes en barrios marginales controlados por bandas.
La semana pasada fue sangrienta en el área metropolitana de Puerto Príncipe, donde en dos días al menos cuatro personas fueron asesinadas.
El asesinato más impactante, sucedido el 28 de agosto, fue el del jefe del Colegio de Abogados, que recibió unos 15 impactos de bala a las puertas de su casa en el barrio de Pèlerin, cerca de la residencia del presidente Moise, en uno de los sectores considerados más seguros de todo Haití.
Esta semana, el senador Patrice Dumond calificó la muerte de Dorval como "un crimen de Estado".
VÍNCULOS DE AUTORIDADES Y BANDAS
Los vínculos entre las autoridades y las bandas son notorios en Haití, en especial de miembros en activo y retirados de la Policía Nacional.
El expolicía Jimmy Cherizier, alias Barbacue, lidera la organización armada G9, considerada la más poderosa del país, y sobre él pesa una orden de detención desde febrero de 2019 por su presunta participación en las matanzas de La Saline y Bel-Air.
Un reciente informe de las ONG Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos (RNDDH) y Fundación Je Klere (FKJL) va más allá y denuncia que responsables del Gobierno de Moise protegen y actúan en connivencia con bandas armadas, promoviendo asesinatos por razones ideológicas, en zonas de mayoría opositora.
LA REACTIVACIÓN DE LAS PROTESTAS
Desde el asesinato del jefe del Colegio de Abogados, las manifestaciones han ido en aumento, con marchas encabezadas por estudiantes, abogados y militantes de grupos defensores de los derechos humanos, que piden justicia.
Llevando pancartas con lemas antigubernamentales, los manifestantes han denunciado la laxitud de las autoridades y su supuesta relación con las bandas armadas.
La Iglesia Católica también ha reaccionado a la violencia y ha clamado contra los asesinatos y ataques armados en aumento en el país.
El obispo Pierre-André Dumas, durante su homilía del pasado sábado, afirmó que nadie "debe aceptar el hecho de que alguien esté matando con impunidad".
"No debemos aceptar que los vagabundos o bandidos se hayan convertido en autoridades en nuestras zonas. La Iglesia no debe aceptar que se mate a la gente. La Iglesia no puede permanecer en silencio ante tantas abominaciones. Hay demasiadas muertes, demasiada violencia. Hay demasiadas desapariciones, demasiada persecución, demasiado sufrimiento de los inocentes", dijo el obispo.
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