Breaking News
recent

Asesinos en la carretera

Las Actuales RD
Por Glenn Davis

Cada vez que un ciudadano dominicano toma la carretera, corre un riesgo latente que no depende de su prudencia ni de su respeto por las normas de tránsito. Es un peligro impuesto por la imprudencia de quienes manejan camiones y vehículos pesados, sumado a la indiferencia de los llamados “empresarios del transporte”, que operan como una mafia sin control, sin sanciones y sin escrúpulos.

Si usted, lector, es de los que debe transitar frecuentemente por las principales avenidas y autopistas del país, sabe perfectamente de lo que estamos hablando. Camiones que circulan a toda velocidad, con neumáticos visiblemente desgastados, conductores agotados por jornadas inhumanas, y otros en peores condiciones, bajo los efectos del alcohol o de sustancias prohibidas. La consecuencia es la misma de siempre: vidas inocentes arrebatadas, familias destrozadas, y un Estado que mira hacia otro lado mientras las cifras de accidentes fatales siguen aumentando.

No es una percepción ni una exageración. Los datos oficiales demuestran que el transporte de carga y los vehículos pesados son protagonistas de una parte significativa de los accidentes de tránsito en la República Dominicana. Según estadísticas del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (INTRANT) y la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (DIGESETT), cada año mueren miles de personas en nuestras carreteras, y un alto porcentaje de esos casos involucra camiones, patanas y otros vehículos de gran tamaño.

Más allá de las cifras frías, la realidad cotidiana es aún más alarmante. La falta de controles efectivos ha permitido que estos conductores circulen con absoluta impunidad, convirtiendo cada carretera en una ruleta rusa donde el ciudadano común es la víctima más vulnerable.


El problema con los choferes de camiones y vehículos pesados no es solo la velocidad con la que circulan, sino el cúmulo de irresponsabilidades que ponen en peligro a todos. Entre las más comunes podemos mencionar:

• Conducción extrema sin descanso: Muchos de estos conductores manejan sin dormir durante horas, incluso días enteros, porque sus empleadores les exigen cumplir con rutas en tiempos imposibles. Aquellos que aún conservan un mínimo de conciencia se detienen en las orillas de las carreteras para intentar descansar en sus propios vehículos. Otros simplemente siguen adelante, a pesar del agotamiento, hasta que el sueño les gana y el desastre es inevitable.
• Vehículos en condiciones deplorables: Las gomas explotadas en plena carretera son un espectáculo común. No es que la mala suerte ataque solo a los camioneros, es que sus neumáticos son verdaderas bombas de tiempo, desgastadas por la falta de mantenimiento y la avaricia de sus dueños, que prefieren ahorrar dinero en revisiones antes que garantizar la seguridad de quienes transitan las vías públicas.
• Consumo de alcohol y sustancias ilícitas: No es un secreto que muchos de estos conductores toman el volante bajo los efectos del alcohol, y en algunos casos, de drogas que les ayudan a mantenerse despiertos. El resultado es un manejo temerario, fuera de control, que termina cobrando vidas inocentes.
• Carga sin regulación: No podemos dejar de mencionar que estos vehículos, además de ser mal conducidos, muchas veces viajan con cargas excesivas, sin ninguna medida de seguridad. Es común ver patanas inclinadas, camiones con materiales mal asegurados y otros que apenas logran mantenerse en pie.

¿Y las autoridades?

En un país con autoridades responsables, estas situaciones tendrían consecuencias inmediatas. Pero en República Dominicana, el INTRANT, la DIGESETT y el Ministerio de Obras Públicas han sido históricamente incapaces de aplicar sanciones efectivas a los choferes irresponsables y a los empresarios del transporte que los explotan.

Es cierto que existen regulaciones, pero en la práctica son letra muerta. Las revisiones mecánicas son un simple trámite, los límites de velocidad no se respetan, y la supervisión de los horarios de trabajo es inexistente. Mientras tanto, los accidentes siguen ocurriendo y las víctimas siguen acumulándose sin que nadie asuma responsabilidades.

No se puede seguir permitiendo que la República Dominicana sea un país donde conducir por una autopista sea un acto de valentía suicida. Urge que se adopten medidas drásticas que detengan esta epidemia de imprudencia y muerte.

¿Qué entiendo yo se puede hacer?

– Se debe exigir que los choferes tengan tiempos de descanso obligatorios, con registros supervisados por las autoridades.
– No puede seguir siendo una opción que camiones en condiciones deplorables circulen libremente. Se deben aplicar multas severas y decomisar los vehículos que no cumplan con las normas mínimas de seguridad.
– Se deben implementar pruebas aleatorias obligatorias para detectar el consumo de sustancias en los conductores de transporte pesado.
– No basta con culpar a los choferes. Los verdaderos responsables de estas tragedias son los empresarios que los explotan, les exigen jornadas inhumanas y no garantizan condiciones mínimas de seguridad.
– La DIGESETT y la Policía de Carreteras deben aumentar la vigilancia, no solo para poner multas, sino para prevenir tragedias antes de que ocurran.

No podemos seguir viendo las muertes en carretera como una simple noticia más. Es momento de exigir a los empresarios del transporte que asuman su responsabilidad y que los conductores entiendan que un volante en manos irresponsables es un arma mortal.

Mientras sigamos ignorando el problema, los camiones seguirán sembrando el terror en nuestras carreteras y las víctimas seguirán cayendo. La diferencia es que mañana, el próximo en la lista podría ser cualquiera de nosotros.

No hay comentarios:

Con la tecnología de Blogger.