KAT KILLER
A inicios de los años 2000 Kat Killer inicia su trabajo como seguridad en Jet Set. "Él lo dejó porque necesitaba un trabajo en el día a tiempo completo", pero en 2019, volvió al Jet Set, trabajando como seguridad los fines de semana: viernes, sábado y domingo, de 8:00 de la noche a 3:00 de la mañana.

Rosa Iránia García Reyes, la hija menor de Cat Killer, conocida cariñosamente como "Chiquita," lo describe como un hombre que vivía para su familia y el ring.
Por INDIRA VÁSQUEZ
Santiago, RD. El nombre de Kat Killer resonó durante años en la lucha libre dominicana, un personaje rudo, carismático y temido en el ring. Pero detrás de la máscara de Johnny Humberto García Abreu, "el come yuca", había un hombre de sonrisa fácil, un padre amoroso y un trabajador incansable, cuyo legado de humildad y dedicación perdura en el recuerdo de sus hijas, incluso después de la tragedia del colapso del Jet Set.
Rosa Irania García Reyes, la hija menor de Cat Killer, conocida cariñosamente como "Chiquita", lo describe como un hombre que vivía para su familia y el ring. "Mi padre era una persona alegre. Él era muy risueño", comparte mientras recuerda que su padre saludaba a todo el mundo en la calle con un "Mi hermano, ¿cómo está? Dios le bendiga", sin importar quién fuese. Un hábito que ella, de niña, cuestionaba, a lo que él respondía: "Mi hija, es que ese es el deber".
La pasión por luchar
Johnny Humberto García Abreu se adentró en el mundo de la lucha libre a los 8 años en el Club de los Cachorros de Cristo Rey, inspirado por figuras como Relámpago Hernández. A los 14 ya estaba practicando y, para 1980, debutó. Primero como el Chicano Killer, y luego, fue rebautizado por Jack Veneno como Kat Killer.
Su frase célebre, "come yuca y nadie dice nada para que sufran", y su interacción provocadora con el público lo hicieron un personaje conocido.
"Él siempre formó parte del grupo de los rudos, amaba tanto boxear que lo respiraba hasta por encima de su piel. Él decía que de la única forma que él dejaba la lucha libre era si él partía de este mundo", explica Rosa.
A pesar de que problemas de salud arterial lo obligaron a bajar el ritmo, nunca se retiró por completo; un día antes de la tragedia, participó en un evento de lucha en el Coliseo Carlos Teo Cruz.
Santiago, la ciudad que lo acogió

Rosa Iránia García Reyes, la hija menor de Cat Killer, conocida cariñosamente como "Chiquita", lo describe como un hombre que vivía para su familia y el ring.
Su vida lo trajo a Santiago, donde conoció a la madre de sus dos hijas y se enamoró a primera vista durante un evento de lucha. La conquistó y formaron una familia, su hija mayor Johanna recuerda su infancia en el camerino del club Los Cachorros.
"La primera foto que yo tengo con el de niña fue disfrazado", dice.
Johnny supo combinar su trabajo de seguridad, el boxeo y el tiempo para sentarse con sus hijas y ver los muñequitos mientras juntos cantaban las canciones de Blancanieves.
Durante unos 5 años vivió en Santiago, en Los Salados, Los Pepines y Pueblo Nuevo. Sus hijas cuentan que se empeñó en darles todo lo que no tuvo.
Trabajo en Jet Set
A inicios de los años 2000 inicia su trabajo como seguridad en Jet Set. "Él lo dejó porque necesitaba un trabajo en el día a tiempo completo", pero en 2019, volvió al Jet Set, trabajando como seguridad los fines de semana: viernes, sábado y domingo, de 8:00 de la noche a 3:00 de la mañana. Esto, lo combinaba con un trabajo diurno.
García aprovechaba las duras lecciones que aprendía en el trabajo para replicarlas con sus hijas. Rosa recuerda que una vez no tenía leche, su papá estaba en el trabajo y le pidieron que atendiera las personas y él le hizo el servicio, cuando le agradeció el cliente le dijo "no fue por tu linda cara, fue por tu trabajo", una frase que lo impactó. "Él me quiso dejar dicho de qué las personas en ese mundo no ven a las personas como amigos, te ven como alguien que le haces un servicio".
Su faena iniciaba temprano en la mañana con el empleo que tenía hasta las 5:00, después se preparaba para ir de 8:00 de la noche a 3:00 al Jet Set, y los fines de semana tenía eventos deportivos.
"Mayormente, él siempre se sentía cansado ya por el asunto de la edad. Por más que fuera una persona atlética, el estrés no se puede tapar," dice Rosa. Sin embargo, su ética de trabajo y su deseo de proveer para sus hijas, dándoles las oportunidades que él no tuvo, lo mantenían en pie.
La tragedia

Rosa Iránia García Reyes, la hija menor de Cat Killer, conocida cariñosamente como "Chiquita", lo describe como un hombre que vivía para su familia y el ring.
Aquel 8 de abril, Rosa Iránia, que había dado a luz hacía solo dos meses, había llevado a su hija al pediatra. El último mensaje que intercambiaron fue a las 11:04 de la mañana.
"Dios te bendiga, mi hija, Dios te guarde. Espero que hayan amanecido bien. Dime y la beba cómo está." Rosa le contó que su nieta, que aún no conocía estaba muy bien. El plan era que él viniera a Santiago a conocer a su nieta la semana en la que ocurrió la tragedia del Jet Set.
Tres horas antes del derrumbe del techo del Jet Set, Rosa sintió un decaimiento inexplicable.
"Empecé a llorar de la nada, no sabía el porqué. Medía al cielo y le dije al señor que yo no quería experimentar lo que es perder a mi papá y a mi mamá", explicó.
Pasadas las 12:40 de la madrugada, su esposo estaba viendo la sales de sociales, cuando vio un video en la red social de una comunicadora que informaba que se había caído el techo de una discoteca.
"Mi esposo me mostró el video y me dice mira Rosa se cayó el techo de una discoteca, yo le pregunté qué discoteca, él dijo Jet Set, yo le dije, pero ahí es que trabaja papi. Yo empecé a llamarlo. Él no me cogía el teléfono."
A pesar de su reciente cesárea y la depresión posparto que atravesaba, Rosa supo de inmediato que su padre no estaba vivo. "Yo tenía una conexión especial con mi papá. Yo lo supe de una vez. Desde que eso cayó yo dije, 'No, ya él no está.'"

Kat Killer: el boxeador que murió en el Jet set junto a sus dos hijas
Esa misma noche, mientras batallaba contra el insomnio y la impotencia, Rosa tuvo una revelación: "Él me dio un sueño profundo. Entonces, él me dio una revelación de mi papá... Dios me había dicho, 'Él está conmigo.' Ya no, no busquen más que él está aquí conmigo". En su visión, lo vio en lino blanco, libre de los escombros.
El mensaje que no pudo contestar a las 11:04 de la mañana del 7 de abril, Johnny Humberto le envió un mensaje a su hija Johanna. Este mensaje, rutinario, pero lleno de afecto paternal, se convertiría en la última comunicación entre ambos.
Johanna, que trabaja en cirugía, estaba en medio de un procedimiento quirúrgico. Vio la notificación, pero la pospuso. "Era un mensaje de Papi... como yo estoy ahora ocupada, yo puedo contestar más tarde". El mensaje era el habitual: "Mi hija, Dios te bendiga, ¿cómo tú estás y la salud y los niños?".
Ese día, un problema en su tobillo la llevó al médico, y la incapacitaron. Pensó en responderle, pero los quehaceres cotidianos se lo impidieron. "Yo lo tenía pendiente, pero pospuse. Los ajetreos de la vida diaria y no le pude contestar". Al ver la hora, se dijo que su padre estaría trabajando pronto y le respondería al día siguiente. Estaba tan agotada que se durmió, aunque inconscientemente entró al chat, sin poder escribir.
A la 1:00 de la madrugada, la llamó su hermana con la noticia del derrumbe en el Jet Set. El pánico se apoderó de ella. Intentaron llamar a su padre repetidamente. "Cuando llamamos sale el buzón". Un silencio alarmante, pues su padre siempre contestaba o devolvía las llamadas.
Entre la negación y la angustia, el dolor de aquella conversación inconclusa se volvió un peso insoportable. "Yo miraba el mensaje. Yo decía, ‘Ya le llegó señal y me va a contestar.’... Yo sentía culpa porque yo dije: Si yo hubiese sabido que ese hubiese sido su último momento, a mí no me hubiese importado que me botaran de mi trabajo"
La desgarradora búsqueda y el adiós
Al amanecer, la lógica y la esperanza de que su padre estuviera ayudando a las víctimas la impulsaron a su hija Johanna a la acción. "Yo dije, no, pues yo tengo que ir para allá. Que yo soy su hija mayor y tengo que dar la cara".
Al llegar a al epicentro de la tragedia, su imaginación se había quedado muy corta, el Jet Set era un escenario de desastre, tristeza, devastación, y falta de información.
Johanna, como enfermera, intentó usar su ropa de trabajo para acceder al lugar, pero las restricciones eran fuertes. La búsqueda en clínicas e INACIF (Instituto Nacional de Ciencias Forenses) no daba frutos.
Al segundo día, regresó al Jet Set, aferrada a una esperanza de encontrarlo con vida, un sueño que se acortaba. La desorganización inicial y la falta de empatía de algunas autoridades chocaban con el apoyo de la gente en las carpas de auxilio.

Kat Killer
"Yo pasé dos días buscándolo como loca, sin que nadie me diera ninguna información". La madrugada del jueves 10 de abril, a las 4:21 de la mañana, recibió un mensaje confirmando la dolorosa noticia, cuando un mensaje de su hermana puso fin a su negación, habían encontrado el cadáver de su papá.
El reconocimiento del cuerpo se hizo en INACIF. Al ver una foto, y luego el cuerpo, lo reconoció por la forma de su cabeza, sus grandes pectorales de luchador y un lunar. "Cuando yo lo vi, yo dije, ‘Ese es mi papá.’ No hay más nada que buscar. Ese es. Yo lo conozco".
El dolor se mezcló con un alivio amargo. El acta de defunción reveló que su padre había fallecido por anoxia cerebral y trauma. "Yo desde que le leí eso sentí un alivio. Pues yo dije, Papi no sufrió, su muerte fue instantánea".
Al entregarle el cuerpo el viernes por la noche, Johanna se montó junto a la caja en el vehículo. Con la mano sobre ella, se despidió: "Este es el último viaje en el que yo voy a tu lado... esta vez yo voy llorando porque es la última vez que voy a sentir tu cuerpo".
En el sepelio, se puso de pie, emulando la postura de su padre. "Hasta aquí te cuidé como tú me cuidaste... Fueron tres días largos, pero te traje. Te busqué y te traje".
Un vacío irremplazable
Cat Killer, el hombre que volvía a casa a visitar a su familia y a conocer a sus nietos, murió sin haber conocido en persona a su nieta más reciente. "Que yo me quedara con la ilusión de que él viera a mi hija, la cargara y me dijera, 'Ay, mira, es igual a ti.'... Eso en verdad me rompió el corazón".
Rosa Iránia recuerda a su padre como su "mejor amigo", su auxilio en los momentos difíciles. "Al no encontrar nada, solamente silencio. Eso me empeoró". A seis meses de su partida, el proceso de duelo es continuo, pero su imagen como el hombre que era se mantiene nítida: "Un hombre alegre, carismático y también un poco recto... pero muy amable, muy contento, siempre saludando a las personas... Fue excepcionalmente una excelente persona en cual en todo ámbito".
El legado de Kat Killer o Johnny Humberto García Abreu no es solo el del rudo que hacía enojar al público, sino el de un hombre que, a pesar de las adversidades y la dureza del trabajo, demostró que la humildad, la lealtad y el amor por la familia son la verdadera marca de un campeón.
Sin contacto de los directivos de Jet Set
Tanto, Johanna, como su hermana, Rosa cuentan que nadie de los directivos de la discoteca, Jet Set, se acercó a ellos para darle el pésame, o cualquier otra información. Por la muerte de su padre se llevan dos procesos judiciales, uno lo llevan sus hermanos y otro los llevan ellas como sus hijas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario